El caso del semiólogo californiano Alfred La Joya ha sido muy significativo, aunque silenciado por la mayor parte de los medios. Cometió la imprudencia de criticar a Steve Jobs el día que se murió,en plena beatificación masiva mediática, diciendo que era un señor que fabricaba cacharritos y que no era para tanto. Fue peor cuando, en un debate televisivo, espetó que Internet era por encima de todo y en primer lugar, como demuestran las estadísticas, el mayor avance humano desde la Edad de Piedra en la práctica de la masturbación.
Tanto literal como simbólica. «De lo primero estamos todos muy contentos y agradecidos, de lo segundo un poco menos», señaló. Luego explicó, buscando descaradamente la polémica, que con todo el mundo volcado en la autopromoción hay un grave riesgo de que la inflación de egos desvíe la órbita terrestre y acabemos estampados en una supernova mientras medio planeta tuitea en el móvil que esa mañana se encuentra bien. «¡Dentro de poco la retirada del móvil se considerará método de tortura!», gritó mientras se lo llevaban del estudio."
¡Grande el amigo Íñigo Domínguez!
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