Por:
Javier Coria.
Ex integrantes de la criminal CNU amenazan
a familiares y abogados de la acusación en la recta final del juicio que, por crímenes
contra la humanidad, se celebra en estos días en Mar del Plata (Argentina).
Son
once acusados, y las maniobras procesales y extraprocesales que buscan la
nulidad del juicio son continuas. Según familiares y abogados de la acusación,
los hostigamientos y labores de contrainteligencia son realizados por miembros
de la Inteligencia Naval. Es la
primera vez que se celebra un juicio oral contra la CNU, y entre los acusados
está el ex fiscal Gustavo Demarchi.
¿QUÉ FUE LA CNU?
La Concentración Nacionalista
Universitaria (CNU)
fue una organización ultraderechista y paramilitar creada por la Marina de Guerra argentina en 1968,
durante la dictadura militar llamada Revolución
Argentina (1966-1973). Su objetivo era reprimir en las universidades nacionales
lo que llamaban la “subversión roja”, para ello utilizaron la tortura, el
secuestro, los actos terroristas y los asesinatos. Vinculada a la Juventud Peronista, luego se relacionó
con la Triple A. El ideólogo de la
CNU fue el peronista y profesor de lenguas clásicas, Carlos Disandro.
Su
primer asesinato lo cometieron en 1971, cuando tirotearon en la universidad de Mar del Plata una asamblea estudiantil. Allí
cayó muerta Silvia Filler, de 18 años de edad. Una bala del calibre 38
atravesó la cabeza de la joven, que moriría al poco tiempo en el hospital
Clínico Central de la citada localidad. La CNU actúo antes y después del golpe
militar de 1976, y en 1974, pasó a ser la sección regional de la Triple A en La
Plata, de cuyas élites universitarias había surgido la CNU. Actuaron en La
Plata, Mar del Plata, Bahía Blanca y otras ciudades del interior del país.
Entre sus miembros había funcionarios de
la Universidad de Mar del Plata, de la Policía
de la provincia de Buenos Aires y de la Policía Federal. Y para cerrar el círculo de la impunidad, también
había miembros de la Fiscalía Federal
de Mar del Plata.
LOS HECHOS
La
CNU actúo de una forma sistemática, planificada y con una preconcebida política
de exterminio de los opositores
políticos, por ello la categoría de
sus crímenes son tipificados como crímenes
contra la humanidad, que no prescriben según el derecho internacional. Lo
mismo que pasó con la represión
franquista y posfranquista, donde toda una maquinaria se puso al servicio
de la represión y eliminación de los opositores políticos, con militares,
policías, tribunales, jueces, funcionarios, etc.; incluso la prensa adicta al
régimen también participó de esta estrategia –como veremos en este caso,
también- de terror y posteriormente de impunidad, impunidad que ha llegado
hasta nuestro días. No en vano las
instituciones españolas siguen llenas de franquistas, simpatizantes y de
familiares de aquellos, por ejemplo, jueces militares que juzgaron a civiles y
los mandaron fusilar un 27 de septiembre
de 1975 y que conmemoraremos en estos días.
Las
investigaciones judiciales han sacado a la luz que el juez Pedro Federico Hooft, junto al ex fiscal Demarchi, dentro de
la CNU, presuntamente crearon los grupos
de exterminio a partir de 1972, aunque en esta causa sólo juzga por
crímenes de lesa humanidad cometidos en el periodo de 1975 y 1976. La criminal
organización recibía el nombre de Grupo
de Tareas 6, que tenía su sede en la base
de submarinos de Mar de Plata. Las órdenes las recibían del Servicio de Inteligencia Naval de la
Marina de guerra, cuya sede estaba en Puerto Belgrano. El juez Hooft, hoy uno
de los paladines de la llamada bioética
y el derecho de los enfermos a no ser tratados contra su voluntad -¡qué
ironía!- fue acusado en 2006 por la Secretaría
de Derechos Humanos de Argentina, porque: “contribuyó intencionalmente con el terrorismo de Estado, permitiendo
que pudiesen cometerse delitos de lesa humanidad”. El juez Hooft, cuyo
padre fue el alcalde de la población holandesa de Utrecht durante la ocupación
nazi, al final de la guerra emigró con su familia a la Argentina. Tiene
defensores acérrimos, así como muchos detractores, que lo tildan de
nacionalsocialista. Miembro de los grupos católicos y ultranacionalistas de Mar
del Plata, para muchos marplatenses, la sombra del magistrado estuvo detrás de
la llamada “Noche de las Corbatas”.
Entre el 6 de 13 de julio de 1977, fueron secuestradas
once personas, en su mayoría abogados. Todos se habían distinguido por la
defensa de las garantías constitucionales que la dictadura había pisoteado y,
lo más peligroso, se habían distinguido por su oposición a la CNU. Siete de estas personas nunca aparecieron.
Como era habitual en este tipo de operativos
de crímenes de Estado, la zona fue
“liberada”, lo que significaba que ningún policía, miembro de seguridad,
ambulancias, etc., podían estar por el lugar a la hora señalada, lo que muestra
la connivencia de las autoridades locales, tanto policiales como judiciales, en
la ejecución de actos criminales. Finalmente, después de ocho años de continuas
recusaciones y tácticas dilatorias, en 2014
el juez Hooft fue absuelto y se reincorporó a su antiguo puesto.
LOS PROCESADOS
El
juicio a la CNU se inició el 8 de junio de 2015 en el Tribunal Oral en lo Criminal
Federal número 1 de Mar de Plata. Son ocho
los casos objeto del proceso, que van desde el homicidio agravado por el
concurso premeditado de dos o más personas, la detención ilegal y la
pertenencia a banda armada, todo ello dentro de una política represiva que
auspiciaba el crimen de Estado. Todos
los acusados pertenecían a la CNU y, salvo un militar retirado, son civiles,
algunos abogados, de una posición social y económica privilegiada. En el
proceso han participado más de doscientos testigos y en estos días de
septiembre de 2016 se han reanudado las sesiones. Inicialmente, los imputados
fueron diez:
-José
Luis Granel, abogado.
-Roberto
Alejandro Justel, comerciante.
-Luis
Roberto Coronel, abogado.
-Juan
Carlos Asaro, taxista.
-Mario
Ernesto Durquet, profesor de filosofía.
-Raúl
Rogelio Moleón, fotógrafo.
-Juan
Pedro Asaro, librero.
-Marcelo
Arenaza, bróker en comercio exterior.
-Fernando
Alberto Otero, militar retirado.
-Gustavo
Modesto Demarchi, abogado y ex fiscal.
Según el diario Página 12, en una crónica sobre el caso –de 18 de enero de 2013-: “El ex librero Piero Assaro y Mario Durquet, quien confesó en privado el asesinato en mayo de 1975 de María del Carmen Maggi, secretaria general y decana de la Facultad de Humanidades de la Universidad Católica marplatense”. A esta lista se añadió un imputado que estaba prófugo, Raúl Arturo Viglizzo, y que se entregó a la justicia. Durante el proceso fallecieron Luis Roberto Coronel y Marcelo Arenaza. Luego hay otros imputados que no están en la lista por ser prófugos de la justicia, se trata de Fernando Federico Delgado y Eduardo Salvador Ullúa, a los que se les considera responsables de numerosos asesinatos y por los que se ofrecen recompensas millonarias. También hubo Órdenes Internacionales de Detención de la Interpol contra Daniel Alejandro Ullúa y Beatriz María Arenaza Corres. Ésta última es la única mujer encausada y, junto a Daniel A. Ullúa, fueron detenidos en España en enero de 2013, pero no extraditados. Beatriz M. Arenaza ya fue condenada por el asesinato de Silvia Filler en los años setenta. En España se sentía tan impune, que incluso mantenía abierta cuentas en redes sociales –una aún activa mientras se escribía este reportaje- y trabajó para Continental Parking y Comsa SA, después en una empresa que vende productor antienvejecimiento. En este caso se les acusaba de asociación ilícita, no por ningún homicidio concreto –aunque son 18 asesinatos los que cometieron los miembros de la CNU-, pero cuando se les citó para la declaración indagatoria ante el juez Santiago Inchausti, huyeron. No sólo no fueron extraditados por España, sino que después de unas semanas en prisión fueron puestos en libertad. El Ministerio Fiscal pidió su libertad aduciendo que los hechos por lo que se les buscaba en Argentina habían sucedido hace mucho tiempo y que los reclamados estaban arraigados en nuestro país. Beatriz Arenaza vivía en Oleiros (Galicia), y Daniel Ullúa en Palma de Mallorca. El juez de la Audiencia Nacional Pablo Ruz siguió el dictado del Ministerio Fiscal y puso a los detenidos en libertad. Quizá ahora se entienda porque los denunciados por torturas y muertes durante el franquismo y reclamados por la jueza argentina María de Servini, no son extraditados. Parece que se hayan puesto de acuerdo, de uno y otro lado, para perpetuar la impunidad y no calificar estos hechos como crímenes de lesa humanidad, crímenes que por ser generalizados y sistemáticos contra la población o una parte de ella, no prescriben.
Sin
duda, el encausado más mediático por su relevancia es el ex fiscal Gustavo M.
Demarchi, que protagonizó una sonada
fuga en noviembre de 2010. Finalmente fue detenido en Bogotá (Colombia), y
posteriormente extraditado a la Argentina el 21 de septiembre de 2012, donde
ingresó en prisión preventiva. El gobierno colombiano estuvo a punto de darle
el asilo político que había solicitado, pero la Corte Suprema colombiana al
final resolvió la extradición.
CUANDO LA PRENSA ES CÓMPLICE
Desgraciadamente,
y casos recientes hemos tenido en nuestro país con las denuncias a los Mossos
d’Escuadra de Catalunya, una de las
primeras tácticas de la impunidad consiste en desprestigiar a la víctima.
Si era drogadicto, si tenía contacto con grupos violentos, si vestía con cierta
estética que la hacía sospechoso y toda suerte de juicios de valor que puedan
poner a la opinión pública a favor de la llamada “Verdad Oficial”. En esto, muchos medios de comunicación acríticos
y abonados a las oficinas de información oficiales, ponen su inestimable
colaboración al servicio de no pocos montajes policiales o judiciales. En el
caso que nos ocupa, hay medios que están colaborando en la estrategia de los
procesados. El fiscal Demarchi, en su estrategia de obstrucción del proceso
-según nos informan desde Nizkor-, presenta a los acusados como víctimas, y a los
acusadores como investigados. Para ello no son pocos los medios de comunicación
que le siguen el juego de Demarchi. Incluso se ha acuñado un eslogan que se utiliza en estos medios para
referirse a los querellantes contra la CNU: “Mafia judicial de Mar del Plata”, ya que los ataques no sólo van
contra los abogados de la acusación, los acusadores y sus familiares, sino
contra miembros de la magistratura que participan en el juicio. El control
político y social que ejerce el Almirantazgo sobre los medios de comunicación
en el territorio donde se cometieron los crímenes de la CNU, y que están bajo
la jurisdicción de sus bases navales, es muy grande. Por ello no es raro que
las campañas difamatorias contra abogados de la acusación y víctimas, y de
apoyo a los presuntos victimarios, se lancen desde emisoras de AM como Radio
Atlántida, Radio Mar del Plata y Radio 14.60, así como varias emisoras
musicales de la FM, según denuncian los informes de Nizkor. A ello hay que
añadir los diarios La Prensa y La Capital, y los más conocidos del
ámbito estatal, el Clarín y La Nación. En la campaña de descredito
contra los querellantes y sus abogados se ha significado un medio: Noticias
y Protagonistas. En un artículo en este medio de fecha 17 de agosto de
2016, el abogado defensor de Gustavo Demarchi, el señor Horacio Insanti, y ante la renuncia de uno de los jueces por temas
de salud, el magistrado Elbio Osores
Soler, declaró a este medio afín a su defendido: “A partir de este nuevo escenario, Insanti advirtió sobre la
posibilidad de que el juicio sea declarado nulo: “Hay temor a la no continuidad del juicio. Por el momento, lo reemplaza
el Dr. Ruiz Paz, pero si a alguno de los otros dos jueces le sucediera
cualquier cosa que requiera una licencia de más de 30 días, el juicio
automáticamente es nulo y no se podría volver a celebrar. Esto determinaría
inmediatamente la libertad”.
En un proceso donde se ha llegado a ofrecer reducciones de condenas a narcotraficantes
y otros delincuentes comunes a cambio de que incriminaran a testigos o al
propio abogado Sivo, esa frase que dice el doctor Horacio Insanti pone los pelos de punta: “pero si a alguno de los otros dos jueces le
sucediera cualquier cosa…”.
Noticias y Protagonistas, con clara irresponsabilidad por no decir otra
cosa, ha llegado a publicar fotos del
domicilio del defensor de los derechos humanos César Sivo. En otra nota
anterior, de 8 de marzo de 2015, y que traigo a colación para que vean el
estilo del medio: “Gustavo Demarchi fue
traído de Marcos Paz hasta Mar del Plata sólo para dar otra escenificación de
escarnio innecesario a los que vocinglean por algunos derechos humanos.
Ausencias notorias, entre ellas la del narcoabogado César Sivo. Bajo perfil de
organizaciones otrora ruidosas, hoy enfrentadas en el universo del poder por
casos como el de César Milani. Todo pasa, todo cambia. Los probos de ayer son
los réprobos del mañana”. ¿Vocinglean por algunos derechos humanos?
¿Escarnio innecesario? ¿Narcoabogado?
Florencio
Aldrey Iglesias, oriundo de A Coruña (España), es un empresario de complejos hoteleros, factorías, etc.
Es el propietario del diario La Prensa y del grupo multimedia La Capital, integrado por el matutino del mismo
nombre de Mar del Plata y LU9 Radio Mar del Plata, LU6 Emisora Atlántica; y La
Capital Cable. Además de ser socio del grupo Clarín. En fin, todos los medios
que defienden, o por lo menos quieren echar tierra sobre el asunto, a los
procesados en el caso CNU.
LAS AMENAZAS
El “Front Line Defenders”, organización
irlandesa cuyo objetivo es proteger a los defensores de los derechos humanos en
riesgo, dijo en su momento: “… en momentos
claves de juicios por crímenes de lesa humanidad en los cuales el abogado César
Sivo –abogado de los querellantes-
ha tenido un papel crucial, la campaña de desprestigio, amenazas y ataques
contra él se intensificaron. Familiares del defensor de derechos humanos
también han sido acosados en redes sociales y en dos ocasiones entraron
forzosamente en la oficina de su esposa, quien también es abogada, para
destruir propiedad privada y retirar información confidencial, sin que nada de valor
monetario fuera sustraído”. La intimidación contra el abogado César Sivo
viene de lejos. Y para que no quedara duda de la intervención de la
contrainteligencia naval, en 2006 –en el proceso contra el juez Hooft- una
pared enfrente de su casa amaneció con los colores del reglamento naval y un
ancla dibujada. Y en 2008, cuando fueron detenidos ocho represores de la
Escuela de Suboficiales de infantería de Marina, la abogada Natalia Andrea Messineo tuvo que
solicitar la intervención urgente del Ministerio Fiscal para garantizar la
seguridad del jurista. “Front Line
Defenders” denunció el 3 de agosto de 2016, que el ex fiscal Gustavo
Demarchi declaró durante la audiencia que quienes presentaran cargos contra él “iban a tener problemas”. Y continúa la
organización irlandesa: “Previamente, en
julio de 2016, un individuo que se identificó como el abogado de Demarchi
contactó a un amigo de César Sivo y pidió que le dijera al defensor que “se
empezara a preocupar”. La ONG insta a las autoridades argentinas, entre
otras cosas a que: “Inicien una
investigación inmediata, exhaustiva e imparcial sobre los actos de intimidación
contra Laura Figueroa, César Sivo
y sus familiares, con el fin de identificar a los responsables,
llevarlos ante un tribunal competente e imparcial, y aplicarles las sanciones
previstas por la ley”.
FUENTE: Con informaciones de Radio Nizkor,
Mar del Plata (Argentina), Radio Nizkor, Madrid (España) y “Front Line Defenders”, Dublín (Irlanda) y la
consulta de los medios citados.
Nizkor es una Organización Internacional Pro Derechos
Civiles y por la aplicación del Derecho Internacional.
Buena y valiente nota, si señor.
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