Por: Javier Coria
Santiago
Ramón y Cajal, premio Nobel de medicina en 1906, es uno de los científicos más
importantes que dio España a la humanidad y cuyo nombre es el más citado en las
12.000 revistas médicas que se publican
en el mundo. Pero no sólo fue el más eminente histólogo de la historia, sino
que su capacidad creadora y su tesón, también los dedicó a otras disciplinas.
Cajal fue un excelente dibujante y
fotógrafo siendo pionero en España de la fotografía en color, de la fotografía estereoscópica y la
macrofotografía. Inventó el fonógrafo al
mismo tiempo que Edison; investigó el mundo de los sueños y el espiritismo, denunciando algunos
fraudes de supuestos videntes, y fue uno de los primeros médicos españoles en
estudiar la hipnosis clínica. De
hecho, Cajal aplicó la hipnosis como anestesia a su esposa Silveria durante el
parto de sus últimos hijos Pilar y Luis. Pero lo que quiero traer a colación es
la faceta literaria del Nobel, faceta que le llevó a escribir los primeros
ejemplos que tenemos en España de la llamada “Novela científica”.
El mundo visto a los ochenta años
EL
CAJAL ESCRITOR
Aunque en su época de estudiante abjurara
del latín y la gramática de la que llegó a decir que eran: “Un chaparrón de reglas desautorizadas por infinitas excepciones”,
lo cierto es que con el tiempo se convirtió en un excelente escritor,
especialmente de memorias. Antonio Machado,
aficionado al género autobiográfico, elogió la belleza y sinceridad narrativa
de Cajal, así como su sobrio estilo literario. Gregorio Marañón, en su discurso de ingreso en la Real Academia de
Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, para ocupar el sillón que había pertenecido
al propio Cajal, alabó el valor literario de la primera edición de Mi
infancia y juventud. El adulto Cajal se convirtió en un grafómano
impenitente que escribía todos los días y tomaba notas de todo.
Para desgracia de sus enemigos, Cajal de
niño fue un virtuoso lanzador de guijarros con la bíblica honda. Traigo esto a
colación porqué el primer libro, texto y dibujos, que escribió Cajal fue un
manual de uso de esta rudimentaria arma. Se tituló: Estrategia lapidaria. ¡Ah!,
que teórico en ciernes. Resulta incomprensible que esta obra no aparezca en las
bibliografías del maestro. Después de esta temprana experiencia literaria,
Cajal publicó 22 libros y 271 artículos
científicos. Pero lo más desconocido entre el público es que Cajal también
escribió memorias, como ya apunté, poesía, ensayo y relatos cortos. También fue
pionero del periodismo científico
con artículos de divulgación que firmaba con el seudónimo del “Doctor Bacteria”.
De sus textos científicos cabe destacar
la obra cumbre, aún hoy, de la ciencia española: Textura del sistema nervioso del
hombre y de los vertebrados. Obra que apareció originalmente en
fascículos entre 1897 y 1904, año en que se publicó en formato libro en 2
tomos. Sobre este texto, con más 800 grabados, es importante señalar que,
cuando fue traducido al francés por el doctor Azoulay, Cajal revisó y amplió la versión francesa con sus últimas
investigaciones, incluso los grabados pasaron a ser más de 900 en blanco y
negro y color, por lo que se puede considerar la edición francesa, que se
publicó desde 1909 hasta 1911, como una obra nueva. El otro texto más famoso de
Ramón y Cajal, y que está considerado entre las mejores del mundo en el género
de la divulgación del quehacer científico, es el libro que recogió su discurso,
con ampliaciones y correcciones en sucesivas ediciones, de ingreso en la
Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, en su sesión del 5 de
diciembre de 1897. Los tónicos de la voluntad: Reglas y consejos sobre investigación
científica. Aún hoy es un libro con múltiples ediciones y, cuya primera
edición en un folleto, fue iniciativa del doctor Enrique Lluria, que pagó la edición de su bolsillo para
distribuirla entre sus alumnos. Entre el género memorístico destacan: Recuerdos
de mi vida: Mi infancia y juventud,
que conoció otra edición dedicada a su labor científica; Charlas de café, que recogía anécdotas
y pensamientos y, como Cajal la iba ampliando y corrigiendo constantemente,
conoció hasta tres versiones diferentes; y su último libro, El
mundo visto a los ochenta años: Impresiones de un arteriosclerótico.
Las Obras literarias completas se
editaron en 1947 por M. Aguilar. Los cuentos cortos que escribió Cajal merecen
un comentario a parte, ya que sitúan a este autor como uno de los pioneros de
la ciencia-ficción española.
Relatos de Cajal en la Enciclopedia Pulga
EL
H. G. WELLS ESPAÑOL
Aunque en España tenemos ejemplos de literatura
fantástica y de proto-ciencia ficción anterior a los cuentos que comentaré de
Ramón y Cajal, las narraciones que nos ocupan pudieron, por desgracia no lo
fueron como veremos, ser el comienzo de una obra literaria parecida a la novela
científica británica cuyo mayor representante fue Herbert George Wells, y digo esto porque los cuentos de Cajal, al
igual que las novelas del autor de La
guerra de los mundos, ahondaban en las implicaciones filosóficas, sociales
y éticas de los avances científico-técnicos.
Cajal escribió hasta doce narraciones pseudo-científicas, como él las llamaba, pero sólo
cinco vieron la luz en 1905, aunque fueron escritas entre 1885 y 1886. Cuentos
de vacaciones: Narraciones pseudo-científicas reúne cinco cuentos, a
saber: A secreto agravio, secreta venganza; El fabricante de honradez;
La casa maldita; El pesimista corregido y El
hombre natural y el hombre artificial. Con un estilo no tan ameno como el de Wells, Cajal aborda las
historias con un tono satírico y pedagógico, pedagogía un tanto ingenua para un
lector actual. En el primer título y en el segundo, antes citados, Cajal
utiliza un argumento parecido, muy novedoso para su época. Se trata de la utilización de drogas para el control social de las masas
y los delincuentes. Aunque antes de ello y en el primer cuento nos encontramos
con un asesinato por celos. Para llevar a cabo el crimen se inyecta a la víctima
la tuberculosis bovina: ¿Una
anticipación de la guerra bacteriológica?
En La casa maldita, la moraleja es simple, no caer en las supersticiones. Si en El
castillo de los Cárpatos de Julio
Verne, toda una fenomenología paranormal que sucede en la casa tiene su
explicación en la física, en la novela de Cajal es la química la que nos
tranquiliza ante lo extraño. Es curiosa la aparición en la trama del padre del
espiritismo, Allan Kardec, cuya obra
conocía bien Cajal. En El pesimista corregido encontramos,
quizás, el primer mutante de la
literatura fantástica española. El protagonista está dotado del poder de
una visión microscópica que le conduce a la locura. En El
hombre natural y el hombre artificial encontramos un asunto que trató
mucho Cajal en sus ensayos filosóficos, el debate entre el discurso científico
y el religioso, entre el estudio de la teología y el de la observación de la
naturaleza.
¿Por qué estos cuentos no tuvieron
ninguna influencia en su época? ¿Por qué no fueron la punta de lanza de un
género parecido a la Scientific Romance británica? Pues
porque no tuvieron ninguna difusión, se puede decir que se editaron clandestinamente. Fue el propio Cajal quién autoeditó estos cuentos para regalarlos
en su círculo de amistades. La pedagogía científica de estos cuentos, y otros que
no vieron la luz, se quedó en el camino por la propia autocensura del autor que temía que las ideas contenidas en esas
narraciones fueran objeto de censura de las instituciones de la época. Cajal temía poner en peligro su labor
científica, y la de sus colegas. Como ya denunció el propio Cajal, al carro de la cultura española, siempre le
ha faltado la rueda de la ciencia. Un déficit que, pasados los años, aún
arrastramos.
No conocía esta faceta de don Ramón. Buscaré estos libritos por mercadillos. Si encuentro el que le falta, ya que veo que sólo reproduce 4 de los 5, se lo regalaré. No podía estar en mejores manos.
ResponderEliminarGracias Mar. Presumo que "El hombre natural y el hombre artificial" no se publicó en la Enciclopedia Pulga, porque en todos estos años nadie me ha dado referencia de ello. Seguro que ese relato está incluido en "Cuentos de vacaciones", que editó Espasa en la "Colección Austral", que tampoco poseo. En pulga hay una microbiografía de Cajal de un tal Santisteban.¿Nos conocemos?, por cierto.
ResponderEliminarEstaré atenta a ese libro de Austral. No, no nos conocemos, aunque si conozco a un antiguo compañero suyo de la época de Cuarto Milenio.
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