Por:
Javier Coria. Ilustraciones: Josep María Maya
El llamado “abuelo de los sicarios”,
Julio Balader, está en busca y captura por el asesinato de una mujer en El
Puerto de Santa María (Cádiz). En 1984, Balader salió en todos los medios de
comunicación tras verse implicado en el asesinato del capo de Lyon, Raymond
Vaccarizi.
UN ASUNTO DE CELOS: BALADER EN BUSCA
Y CAPTURA
En el
mundillo de los sicarios y sus clientes, se les llama eufemísticamente “cobradores de deudas” a los encargados
de ajustar las cuentas, y dar matarile, en algunos casos, a los deudores. Como
ven, el lenguaje de la contabilidad y los contables, no es privativo de los
delincuentes económicos.
Los
hechos:
La
familia gitana de los Celestinos había huido del barrio de San Lorenzo en
Mérida (Extremadura), en agosto de 2011, por miedo a que se cumpliera una
venganza por celos de otro clan gitano. Se instalaron en el barrio de Las
Palmeras, del Puerto de Santa María (Cádiz). Esto parece la historia de “Los
Tarantos”, verán: Todo comenzó con un tiroteo entre familias por la separación
de un matrimonio y el posterior casamiento con un miembro de un clan rival. En
la refriega, acaecida el dos de agosto de 2011, fallecieron una mujer de 71
años y su hijo de 38, y otra persona que falleció días más tarde en el
hospital. La familia de las víctimas, los Merinos, dijeron que se cobrarían
venganza. La matriarca del clan, Josefa Vargas, llegó a decir que dinero no les
faltaba para contratar a alguien, y que llamaría a su familia de Barcelona.
El
dos de septiembre de 2011, Bernardina Montoya, de 50 años de edad, regresaba de
la compra con su marido. Cuando se dirigía a un chalé que tenían alquilado en
la calle Alfaro de El Puerto, un individuo se acercó por detrás y, con una
pistola de pequeño calibre, le descerrajó un tiro en el cuello, del cual la
infortunada falleció en el acto. Eran las aproximadamente las 20:00 horas.
Testigos presenciales dijeron ver a un hombre que desde un coche blanco
vigilaba la vivienda. Los familiares de Bernardina, que estuvo detenida unos
días por la reyerta de Mérida, permanecieron en el interior de la vivienda
mientras sacaban a los niños por una tapia a la vivienda contigua. Bernardina
había sido ejecutada de la misma manera que la anciana del clan rival, de un solo
disparo y por la espalda. Se dijo que el sicario pudo cobrar entre 60.000 y
80.000 euros.
A los
tres mese del suceso, fue detenido en su casa de Gavá (Barcelona) Julio
Balader, un viejo conocido de la policía, y al que señalaban como un
especialista en el “cobro de deudas”. Por cierto, en su vivienda se encontraron
utensilios de sadomaso, y luego sabrán por qué. Tres testigos protegidos
señalaron a Balader en una rueda de reconocimiento, aunque él negó haber estado
en Cádiz por aquellas fechas. Primero declaró que estaba en Barcelona, y más
tarde que se había equivocado, y que estuvo en una pizzería de Castelldefels.
Lo cierto es que fue condenado a 18 años de cárcel por un jurado popular, de
los que cumplió dos, ya que salió en libertad provisional mientras se resolvían
los recursos presentados por su abogado y previo pago de una fianza de 15.000
euros. El pasado mes de marzo de 2016, la Sala Civil y Penal del Tribunal
Superior de Justicia de Andalucía (TSJA) ha ratificado la condena, dando por
resueltos los recursos en contra del acusado y diciendo que los tres testigos,
por separado y de forma indubitativa, reconocieron al condenado como autor de
los hechos.
Tras
conocerse el fallo del TSJA y al no haber ingresado en prisión el condenado, se
ha incoada una nueva diligencia, en ella se requiere a la fiadora que ponga a
disposición judicial a Julio Balader. Según fuentes policiales, Balader
actualmente, abril de 2016, está en busca y captura.
LE LLAMABAN “EL TENEBROSO”
En la
prensa somos muy dados a poner sobrenombres muy peliculeros, quizá porque
detrás de cada redactor de tribunales y sucesos hay un escritor frustrado de
novelas policiales, o si profundizamos más, sea una forma de exorcizar nuestros
propios miedos. Cosificando al “monstruo”, lo alejamos del común de los
mortales, no aceptamos que en nosotros mismos pueda anidar esa semilla del mal
y que, en determinadas circunstancias, cualquiera puede cruzar la delgada línea
que separa al honrado del delincuente. Ejemplos tenemos de ello, y no sólo en
los delincuentes económicos, los políticos o funcionarios corruptos, sino en
aquel amable y simpático vecino que acaba de tirar a su esposa por la ventana.
Julio Balader en el juicio por la muerte de Vaccarizi (dibujo Josep M. Maya)
A
Julio Balader le llamaban “El Tenebroso”, pero él, con cierta sorna, le dijo al
periodista Pedro Ingelmo del Diario de
Cádiz, que tuvo la oportunidad de hacerle algunas preguntas en un bar, a
salida del Juzgado de dicha ciudad, en junio de 2015: “Qué va, a mí me llamaban “El Bello Hidalgo”. Balader tenía 64 años
cuando habló con el periodista, y dijo que era una persona mayor, con problemas
de vista y próstata, y que no sabía usar armas: “No tengo penales, de los dos asesinatos que me acusaron, me
absolvieron, porque aparecieron los culpables”. Y en esto tenía razón.
Balader se pasó cinco años de cárcel en los ochenta y dos por el asunto de
Cádiz. Dijo conocer a los mafiosos franceses con los que se relacionó en los
ochenta, porque eran clientes de su bar de L’Escala (Girona), el Cristal, y
coincidía con ellos en las discotecas. También le comentó al redactor sobre si
era un asesino a sueldo: “Sí, por eso
soy millonario. ¿Sabes dónde como en Gavá? En una casa de pensionistas que me
cobran cuatro euros por comida”. Balader tenía éxito con las mujeres, y
tiene una hija y un hijo adultos, de madres distintas. Al cerrar el Cristal
tras el escándalo de los mafiosos franceses, se centró en el negocio de
compra-venta de coches… ¿robados?, él asegura que no. Luego encontró el amor en
Marbella, con una mujer que le descubrió un nuevo mundo y un negocio muy lucrativo
que ejercían en un chalé de Barcelona. No era otro que el mundo del
sadomasoquismo. Allí había veces que ganaban 3.000 euros por día: “Teníamos de clientes a jueces, policías,
políticos, futbolistas… No diré nombres –le dijo a Pedro Ingelmo-, secreto profesional”. Como mal pensado
que es uno, quizá esta fuera una forma de tener a raya a posibles enemigos, con
los que pudiera encontrarse en juzgados y comisarias, digo yo, sin ánimo de
malmeter. Al final su novia se fue a Canadá y hasta ahora.
De
padre albañil, Balader nació en el pueblo extremeño de Zuaga (Badajoz), pero
cuando contaba seis años, la familia se trasladó a Lyon. Allí trabajó en una
imprenta, en la compañía telefónica y en la venta de coches. En 1978 fue
condenado en Lyon a 18 mese de cárcel por delitos de proxenetismo y tráfico de
drogas.
Llegados
hasta aquí, y después de la información pura y dura, si quieren saber los
orígenes delictivos de Julio Balader y de paso las andanzas de nuestra
particular French Connection, no se
pierdan esta sucinta historia:
BARCELONA CONNECTION
En la
década de los ochenta del siglo pasado, Catalunya y muy particularmente la
ciudad de Barcelona, se convirtieron en el hábitat de los clanes mafiosos de
Marsella y Lyon y, por ende, también en el lugar donde se dirimían a balazos las
disputas comerciales y las luchas por conquistar mercados y territorios (¿Acaso
no hacen los Estados con sus guerras?). La principal actividad de estos clanes
eran el proxenetismo, el mercado de la droga, la venta de armas y la compra-venta
de choches robados. Una práctica común de estos gánsteres era secuestrar a
narcotraficantes para quedarse con sus alijos o pedir un rescate, que solía ser
en especies, cocaína, hachís, heroína, joyas, etc.
Cinco
fueron los principales malhechores lioneses que trajeron sus luchas fratricidas
a Catalunya, a saber: René Nivois, alias Jean Pierre; Georges Collin, alias Jo
o Dalton; Roxan Andrivon, René Spennato y Georges Manoukian, alias “Chaim”.
René Nivois era el jefe de la banda “Chaufferrs de L’Isère”, y Raymond
Vaccarizi, alias “El Diablo” y alias “Vacca”, con su propio clan estaba en un
principio a partir un piñón con los Nivois. Julio Balader García era uno de los
hombres de René Nivois, aunque luego se pasaría al clan de Vaccarizi como uno
de sus lugartenientes. Para algunas fuentes como infiltrado, no en vano se
encargó, como veremos, de la logística del asesinato de su antiguo jefe
Vaccarizi. Dicen que René Nivois “compró” a Julio Balader a cambio de llevar el
negocio de unas prostitutas jóvenes, entre las que se encontraba Jamia
Martinovic, la más guapa y por la que Julio Balader bebía los vientos. La
historia de todas estas tramas delictivas en Catalunya las contaba
entonces, desde las páginas de La Vanguardia, un prestigioso periodista
de sucesos, el hoy veterano José Martí Gómez. Otro cronista, pero desde la novela
policial, hace referencia a nombres y hechos de estos sucesos en la novela Barcelona Connection, de Andreu Martín. En dicha novela, cuya primera edición es de 1988, también se habla de otros
acontecimientos de nuestra crónica negra, como los casos de “El Nani” o
Bardellino.
VACCARIZI Y MANOUKIAN, DOS CAPOS
CAÍDOS EN DESGRACIA
Las
guerras del hampa de Lyon y Marsella, y la persecución policial, hicieron que
algunos capos huyeran hacia Catalunya; ese fue el caso del citado Vaccarizi,
que perdió la guerra contra el famoso clan de los Nivois, del también citado
René Nivois, que con verdadera sevicia, gustaba de quemar la planta de los pies
de sus víctimas con un soplete, por lo que algunos le llamaban “El quemador” de
L’Isère (departamento francés de Ródano-Alpes).
“Vacca”,
era el rey de los bajos fondos lioneses y protagonizó una huida de película, cuando
lo buscaban como autor de tres asesinatos. Temiendo que el hampón huyera del
país, la policía francesa le preparó una emboscada en noviembre de 1982. Un
numeroso grupo de agentes rodearon la vivienda donde se encontraba y, cuando ya
estaban dispuestos a pedirle mediante un megáfono que se rindiera, “Vacca”
salió por la puerta empuñando dos “tartamudas” (metralletas) y abriéndose paso
a balazos consiguiendo romper el cerco policial. Ya en Catalunya, “Vacca”
controlaba sus negocios de los bajos fondos de Lyon, desde la urbanización “La
Vizcaína”, en la población costera de L’Escala.
En la
misma localidad de la Costa Brava, Julio Balader regentaba el citado bar Cristal,
atendido por bellas “coperas” (putas de barra), bar que frecuentaban maderos y
plumillas. Balader había llegado allí después de ser detenido, corría el año
1984, por el asesinato de María Teresa Mestre Guitó, a la sazón esposa de uno
de los industriales aceiteros, Enrique Salomó, que cumplía condena por el
fraude del aceite de colza. La Guardia Civil encontró en el domicilio de
Balader, en la localidad de Mont-roig del Camp (Tarragona), un arsenal de armas
y objetos para realizar falsificaciones. Balader fue puesto en libertad a los
trece días. El asesino era un amigo de la familia, Ángel Emilio Mayayo, que
confesó su crimen, aunque nunca dijo los motivos del mismo; hablaba de “un monstruo que llevaba dentro” y que
le avergonzaba confesar el móvil del asesinato. Fue condenado a 21 años de
reclusión, con la atenuante de enajenación mental incompleta.
A
estas alturas, René Nivois ya había decidido eliminar a sus competidores en el
negocio del crimen, Vaccarizi y Manoukian. El “Vacca” había dado con sus huesos a la cárcel Modelo, tras
ser detenido en Barcelona en marzo de 1983. La Sureté le seguía los pasos al “Vacca” desde su espectacular huida de Francia, y colaboraron en la detención junto a la policía barcelonesa. Se
habló que la detención la facilitó la delación de un “confite” (confidente).
Con el “Vacca” cayeron sus lugartenientes Jean Paul Josep Expósito, Jean Paul
Abbato, Kadir Lakehal y el propio Julio Balader, nacionalizado francés y que
tenía 30 años entonces. Claro que en 1985, “El Tenebroso”, ya estaba en la
calle.
UN FRANCOTIRADOR EN LA CALLE PROVENZA
Por
una fuente muy cercana a este redactor, supe que Julio Balader solía fanfarronear
de haber sido el ejecutor del mafioso “Vacca”, por lo menos así lo hizo en una
ocasión en una conocida cervecería de Castelldefels. Pero los hechos nos
demuestran que Balader fue un cooperador necesario, no su ejecutor. Como dicen
en lenguaje judicial, trasladémonos al día de autos:
El 14
de julio de 1984, Barcelona se desperezó con buen tiempo y altas temperaturas,
con los cielos despejados salvo algunas brumas y neblinas en las zonas costeras
al declinar el sol; y todo gracias al anticiclón que, cómo no, venía de las
islas Azores. En la finca del número 30 de la calle Provenza (confluencia con
la calle Vilamarí), situada enfrente de la cárcel Modelo, dos niños salían a la
calle para jugar cuando un individuo, que esperaba fuera, aprovechó la ocasión
para colarse en el portal. El tipo, que vestía con un clériman propio de los
sacerdotes católicos, portaba una bolsa de deportes en la mano derecha, y con
ella subió a la azotea del edificio. No sé si se han caído en la cuenta, pero
el 14 de julio es el Día Nacional de Francia, cuando se conmemora la toma de la
Bastilla, y este tipo tenía la intención de “tomar” su propia Bastilla y
comenzar una revolución en el mundo del hampa.
El portal de la calle Provenza hoy
Visión del patio de la cárcel Modelo desde la azotea de Provenza, 30
Dispuesto
en la azotea, el sicario sacó su fusil con mira telescópica, un Tikka M-65,
cargado con balas de gran calibre, exactamente del calibre 7, 64. Apoyó el arma
en un trípode y esperó. Su objetivo estaba enfrente, a unos 50 metros, no era
otro que la celda número 314, de la tercera galería de la cárcel Modelo. El
asesino esperó, esperó, esperó… hasta que a una hora, quizás convenida, la esposa
de Raymond Vaccarizi, Antoniette, llamó a su marido desde la calle, un método
habitual en la época de comunicación entre reclusos y familiares, y que
Antoniette ya había utilizado otras veces. Cuando “Vacca” se asomó al
ventanuco, recibió dos impactos certeros. El director en funciones de la cárcel
Modelo, José María Nieto, declaró a la prensa: "El aspecto que presentaba el cadáver era horrible, ya que los
disparos le habían destrozado el pecho y la cabeza, con pérdida de masa
encefálica". La policía encontró los casquillos y la mira telescópica
en el puesto de la azotea que ocupó el francotirador.
Se
dijo que el motivo del asesinato de “Vacca” fue ordenado por René Nivois porque
se estaba preparando un motín en la cárcel para dos días después de la
ejecución, y así camuflar la huida de Vaccarizi. Nivois temía que el “Vacca”
aprovechara su huida para recomponer su banda. El motín lo hubo, pero horas
después del asesinato de “Vacca”, ya que varios presos se negaron a entrar en
los “chabolos” (celdas). En cambio la fuga se realizó en la fecha prevista; ocho
reclusos salieron a tiros de la cárcel, entre ellos un lugarteniente del
fallecido Vaccarizi. Dos guardiaciviles y dos transeúntes resultaron heridos.
La mayoría de los presos fueron detenidos por las calles de la ciudad. Claro
que también Nivois temía que la extradición solicitada por el gobierno francés
en abril de 1983, se acelerara, ya que “Vacca” estaba reclamado por graves
crímenes en su país; tres asesinatos, veinte atracos y por proxenetismo. La
ejecución de “Vacca” ya estaba planeada desde enero de 1985; con la
colaboración de Roxan Andrivon, Georges Nivois, el hermano de René y,
presuntamente, con Julio Balader.
“Chaim”
Manoukian, con un “Padrino” menos, tuvo
la osadía de apoderarse del control de las prostitutas jóvenes de la zona de
Grignais (Lyon), las que René Nivois le había cedido a Julio Balader. “Chaim”
también pretendía quedarse con la organización del desaparecido “Vacca”, con lo
que su sentencia de muerte ya estaba firmada. Dos meses después del asesinato
de la Modelo, le llegó la hora a “Chaim” Manoukian. Era el 18 de septiembre de
1984, en la población francesa de Villeurbanne, dos balas del calibre 44/40
terminaron con la vida del gánster lionés.
“LE GONE”, EL EJECUTOR
El 21
de enero de 1985, Julio Balader fue detenido en L’Escala. Al mismo tiempo eran
detenidos otros mafiosos franceses en Alicante, entre ellos al cerebro del
asesinato de Vaccarizi, René Nivois. Hubo otro detenido en Reus (Tarragona), se
trataba de René Spennato, la policía le encontró un revólver y documentación falsa.
Días antes, la brigada francesa de Represión del Bandidaje, ayudados por
policías españoles, detenían a 35 personas en Lyon. De esas detenciones salió
la pista que llevó a la policía al bar Cristal de L’Escala. A Balader se le
confiscó un vehículo, marca Renault 20 y de matrícula francesa, que la policía
señaló como el automóvil donde se introdujo en España el rifle que mató a
Vaccarizi. La policía, en un principio, tuvo a Balader como el autor de los
disparos a “Vacca” y “Chaim”. De los dos asesinatos –por el de “Chaim” le
pedían 20 años-, incluso del delito de colaboración, fue absuelto por falta de
pruebas y por errores en las garantías procesales, en los años 1986 y 1989
respectivamente. La redada de 1985 sería la primera desarticulación de la banda
de Nivois. Hubo otra años más tarde, recién comenzado el siglo XXI.
Entre
los secuaces de René Nivois destacaba un joven de 24 años, que entre sus
conmilitones era conocido por “Max”, y entre las chicas que chuleaba y de las
que vivía, como “Le Gone”. Era hijo de un tallador de diamantes y se distinguía
por su elegancia y por ser de carácter introvertido. “Le Gone” no era otro que
Gerald Montreuil, que además era un experto tirador, como bien sabían en el
club de tiro de Lyon, al que pertenecía Montreuil. Mientras el Grupo de
Delincuencia Internacional de la policía barcelonesa, conocidos con el nombre
de “Tortugas”, detenía a los mafiosos franceses en Catalunya y Valencia, la
policía gala hacía lo propio con al otro lado de la frontera. Entre esas detenciones
estaba la de Gerald Montreuil, al que se le acusaba de haber facilitado el
asesinato de “Chim” Manoukian. La sorpresa de los investigadores vino cuando
“Le Gone” Montreuil se declaró como autor material de los disparos a Vaccarizi.
La policía francesa solicitó la extradición de los detenidos en España, y averiguó
que el fusil que utilizó Montreuil para matar al “Vacca” fue introducido en
España en el Renault que pertenecía a Julio Balader, pero no lo conducía él,
sino un agente comercial llamado Paul Pré, que tenía negocios en España y otras
actividades menos confesables, como ocuparse de los locales de prostitución que
el traficante de drogas, Georges Collin, tenía en Lyon, mientras Collin estaba
aparentemente retirado en la Costa Brava. La policía francesa creía que Paul
Pré había sido convenientemente comprado con un cargamento de hachís para la
ocasión.
Julio Balader (dibujo Josep M. Maya)
Como
contaba más arriba, el Clan Nivois, con viejos y nuevos miembros –de varias
nacionalidades-, volvió a operar en España años más tarde. Al frente de ellos
seguía “El Padrino”, René Nivois. Tenían cinco clubes de alterne en la
provincia de Tarragona y tres más en Zaragoza, y el secuestro con gran
violencia de narcos para apoderarse de sus alijos, era una vieja costumbre que
no abandonaron. En total fueron trece los detenidos en Vic (Barcelona), otros
dos miembros de la banda ya estaban en el talego, y otros consiguieron huir. El
operativo fue llevado a cabo por los Mossos d’Esquadra, el miércoles 29 de
marzo de 2006. Entre los detenidos, un agente de la escala básica de los
mossos, J.P.C., que por aquel entonces tenía 46 años, de los cuales 20 los
llevaba sirviendo en Tarragona. El funcionario era el que felicitaba los
distintivos y carnés policiales, que utiliza la banda para el secuestro de los
camellos. El secuestro de un narcotraficante marroquí en la comarca de Osona
(Barcelona), en 2003, al que luego soltaron tras darle una brutal paliza, fue
el detonante de la investigación que tres años después culminó con las
detenciones citadas.
Todos estos asuntos han vuelto a la memoria de los viejos policías y periodistas, y lejos
de acabar, la Interpol cifró en 688 grupos mafiosos que operan en España en la
actualidad. Sus principales delitos tienen que ver con la extorsión, blanqueo
de capitales, tráfico de drogas y seres humanos, explotación sexual y laboral,
etc., etc. Mafias de todas las nacionalidades, aunque la mayor mafia es la
local, que controla zonas enteras sobornando a funcionarios públicos. Claro que
quizás la más extensa sea la que desde un partido político, un club de fútbol,
desde un ayuntamiento, una comisaria, un juzgado, incluso desde un cargo del
gobierno nacional o autonómico, se convierten en una asociación criminal para
llevarse el dinero público, defraudar a Hacienda o colaborar con las citados
clanes delictivos.
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