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sábado, 21 de septiembre de 2013

EL SÍMBOLO Y EL CUATE


Por Javier Coria. Fotos: Francesc Sans

La película documental “El símbolo y el cuate”, del director y periodista Francesc Relea, es un recorrido emocional por la relación de los cantautores Joan Manuel Serrat y Joaquín Sabina con América Latina. En 2007 los cantantes se unieron en la gira “Dos pájaros de un tiro”, gira que repitieron en 2012 con el título “Dos pájaros contraatacan”. La cinta resume nueve meses de convivencia y de conciertos que dieron ambos cantantes. ¿Quizá su última gran gira?

Que Joan Manel Serrat fue y es profeta en su tierra, nadie lo duda. No en vano forma parte de la educación sentimental de varias generaciones de españoles. En América también, pero allá se convirtió además en un símbolo, sobre todo cuando fue declarado “persona non grata” por el régimen fascista de Franco y Serrat pasó varias décadas viajando por aquellas tierras. Residiendo en México, primero, y en Argentina y Chile, después. Claro que a Serrat no podemos considerarlo un cantante protesta al estilo de sus compañeros Paco Ibáñez, Raimon o Lluís Llach, por citar sólo a tres de los más significativos. Pero Serrat, con su compromiso vital, es un referente para generaciones de americanos que sintieron sus canciones como gritos de libertad y lucha. Quizá no haya nada más subversivo que una canción de amor en unos regímenes que cultivaban el odio, como fueron las dictaduras de Pinochet o Videla.

Joaquín Sabina llegó más tarde a Latinoamérica. Con su aire canalla y arrabalero era capaz de mezclar, con estilo heterodoxo, el rock con las baladas, cuando no tangueaba con su voz rota o cantaba a su admirado José Alfredo. Los mexicanos consideran a Sabina como el cuate, el colega, dispuesto a la última copa y a la última rima. Sabina se sigue sorprendiendo cuando los mariachis callejeros cantan “Y nos dieron las 10” sin saber que él es el autor. Pero ¿estos pájaros son como los pintan? Hablamos con el director Francesc Relea sobre el rodaje de esta cinta que se presentará en el Festival de Cine de San Sebastián.

¿Cómo surge la idea de un rodaje tan complicado?

Pues en una cena de amigos en la que estaba Serrat. Allí nos comentó que tenía la idea de hacer una segunda gira con Sabina. Comenté con mi mujer Isabel Jubert, que es la productora del film, que sería fantástico poder hacer un documental de la gira. Al día siguiente llamé a Serrat para proponerle la idea y la respuesta, en principio, fue negativa, incluso un poco brusca. No quería tener una cámara detrás todo el día y no veía la necesidad del proyecto. Al día siguiente me llamó, y lo fuimos hablando hasta que se plasmó la idea.

¿Imagino que no estuvisteis los nueve meses con ellos?

No. La gira se comenzó en marzo y terminó en diciembre, recorriendo América Latina y con un paréntesis en España. Nosotros los seguimos en las distintas fases de la gira de los países que salen en el documental: Argentina, México, Chile, Perú y Uruguay. Para mí la gira fue la excusa para explicar la relación de ellos dos con América Latina.

¿Y cómo es esta relación?

Yo fui corresponsal de El País en México y Argentina durante 11 años. Allí conocí a Serrat y nos hicimos amigos. Pude comprobar de primera mano lo que significaban Serrat, sobre todo, y Sabina en esas tierras y quería contarlo. La relación es muy emocional. Precisamente por no ser cantantes protesta al uso, aunque canciones tienen que lo son, traspasan las barreras de los países. Serrat lleva más de 40 años viajando a América Latina, y ha estado en momentos claves de la historia política y social de esos países, por ello la gente le ve comprometido con su historia.

¿Pero aquí no lo hizo tanto?

Sí, bueno, hubo lo de Eurovisión y cuando los fusilamientos del 27 de septiembre de 1975, momento en que se comprometió claramente.

¿Y Sabina?

Sabina llega a América 20 años después y en otros contextos políticos.  Sabina atrapa a los latinoamericanos por su capacidad para la mezcla y la impregnación de las músicas de esos países. Sin llevar una trayectoria tan larga como Serrat, lo que les emociona es que Sabina se atreve con todo, desde cantar una ranchera, un tango o marcarse un blues sin ningún complejo.

Francesc Relea
 
El propio Joaquín Sabina dice en el concierto de Perú que el público del auditorio, mayoritariamente, es de rasgos europeos, que casi parecen nórdicos. ¿Quizá porque la mayoría indígena no pueden pagarse un concierto de Serrat y Sabina? 
 
Seguramente. Pero hay una curiosidad, aunque los precios de las entradas a los conciertos son caros para el nivel de vida de muchos de estos países, allá se ponen a la venta 6 meses antes, y existe tal pasión que mucha gente paga su entrada a plazos. Quiero decir que no sólo cierta progresía acomodada es la que va a los conciertos. Además son cantantes transversales, que gustan por su música, incluso a jóvenes que nada saben de viejas luchas o compromisos.

¿Hay otros cantantes españoles que se les puedan igualar en ese cariño de ultramar?

Hay otros cantantes españoles que tienen legión de fans en Latinoamérica, pero ninguno como ellos, que son capaces de hacer 20 conciertos en el Luna Park de Buenos Aires y llenarlos todos. Sabina, por ejemplo, es capaz él solo de llenar el estadio del Boca Juniors.

En la cinta el actor Ricardo Darín dice que se crió escuchando las canciones de Serrat en su casa. En España muchos seguramente también pero, quizá porque lo tenemos cerca, no lo vivimos como lo vivieron ellos.

Eso es verdad, no lo vivimos con la intensidad con la que lo viven en Latinoamérica.

Por último… ¿Es tan canalla Sabina y Serrat tan formal?

Sabina es más canalla, pero tienes que conocer a Serrat. Está claro que los dos representan un papel. A Sabina su mujer lo controla mucho para su bien. De todos modos, los dos tienen grandes músicos y productores que son el armazón de todo.
 
Por cierto, no paran de beber y fumar en la película.

Sí, es verdad. Sabina fuma mucho.

En la cinta podemos ver los testimonios de amigos de los cantantes como el actor Ricardo Darín, el escritor Eduardo Galeano o a Estela de Carlotto, presidenta de las Abuelas de Plaza de Mayo. Destacar las interesantes imágenes de archivo que nos descubren la gira de Serrat en una autocaravana por el México de 1976 o el viaje frustrado a Chile en 1988. A Sabina lo vemos en su primera entrevista en la televisión mexicana con el periodista Ricardo Rocha, en 1985. Y en el Zócalo de la Ciudad de México recibiendo a la marcha zapatista en 2001.
 
 
Publicado originalmente en el diario Público

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