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jueves, 20 de junio de 2013

JOHN DILLINGER: ENEMIGO PÚBLICO NÚMERO UNO


Por Javier Coria

JOHN DILLINGER
La peligrosa vida del enemigo público número uno

El llamado “Enemigo público número uno”, John Dillinger, fue un gángster de poca monta que, eso sí, dejó en ridículo a los Agentes Federales en varias ocasiones durante la Ley Seca. El fervor popular lo convirtió en un héroe.

LOS AGITADOS AÑOS TREINTA

Tras la Primera Guerra Mundial, los Estados Unidos  se convirtieron en la primera potencia mundial. Eran épocas de bonanza económica que atrajeron oleadas de inmigrantes con pocos recursos. Provenían principalmente de Europa, muchos de ellos eran campesinos y desconocían el idioma. Llegaron buscando el sueño americano,  pero acabaron en los trabajos menos cualificados y a menudo fueron explotados. La presidencia de Herbert Clark Hoover -de 1926 a 1933- se estrenó con “La Gran Depresión” producida por el Crac de la bolsa de Nueva York de 1929, crisis que afectó al sistema económico capitalista liberal y que pronto se extendió por el mundo. El desarrollo de la posguerra, había hecho que empresas y particulares invirtieran en sectores especulativos, perdiéndolo todo con la caída de la Bolsa.

La crisis produjo grandes bolsas de pobreza y doce millones de parados, el descontento social se expresó en miles de huelgas obreras dirigidas por unos sindicatos cada vez más fuertes. El presidente Franklin Delano Roosevelt -de 1933 a 1945- creó el programa legislativo de la New Deal para mitigar los efectos de la Depresión, algunas de estas medidas fueron declaradas inconstitucionales por la Corte Suprema. Los años treinta fueron llamados los “años sin ley”, el crimen organizado y la corrupción política y policial estaban al orden del día.

Dillinger, con 21 años, en la ficha del Reformatorio de Indiana

EL JOVEN JOHNNIE

John Herbert Dillinger nació el 22 de junio de 1903 en una zona residencial de clase media de Indianápolis (Indiana). Su madre Mary Ellen Lancaster murió cuando él tenía tres años. El joven Johnnie y su hermana mayor Audrey fueron criados por su padre John Wilson Dillinger, un tendero cuáquero cuyo padre procedía de Europa.

John Wilson, fanático religioso, era de los que pensaba que una buena paliza enderezaba al más rebelde de los muchachos y  Johnnie se las llevó todas, pero eso sí, nunca le privó de ningún capricho infantil. Audrey, catorce años mayor que Johnnie, asumió el papel de la madre hasta que  se casó y abandonó el hogar de los Dillinger. Cuando Johnnie tenía nueve años, su padre se volvió a casar con Elizabeth Fields, catorce años más joven. La relación de Johnnie con su madrastra fue mala en un principio, pero después la llegaría a adorar, sobre todo cuando nacieron sus tres hermanastros.

Ficha de arresto de Dillinger

Poco a poco, las gamberradas fueron convirtiéndose en pequeños delitos.  Johnnie era el líder de la banda de “Los doce sucios”, pequeños delincuentes que pronto se las vieron  con la policía. En su primera comparecencia  ante un juez, Johnnie se presentó insolente, con la gorra puesta y mascando chicle. Dejó la escuela a los dieciséis años y empezó a trabajar como mecánico, pero las correrías delictivas y los líos de faldas continuaron, fue el momento en que el viejo cuáquero pensó que un cambio de aires alejaría a su hijo de los peligros de la ciudad. La familia Dillinger compró una granja en Mooresville (Indiana), Johnnie empezó la escuela secundaría y demostró gran inteligencia, pero se aburría y estaba más interesado en leer historias del viejo Oeste, quizá soñaba en vivir una vida como la de su ídolo Jesse James. 

Un día robó un coche para verse con una amante. Localizado por la policía se dio a la fuga, emprendiendo una huida sin retorno. No encontró otra solución que enrolarse en la marina, pero cinco meses después desertó. Tenía veintiún años cuando se casó con Beryl Hovis y regresó a casa, el matrimonio duró cinco años. En Mooresville ejerció varios oficios y siguió con sus juergas. Compañero de  correrías fue Ed Singleton, este sujeto convenció a Johnnie para dar un golpe, se trataba de robar a un comerciante que llevaba la recaudación encima. Un forcejeo con la víctima, hizo que se disparara el arma del atracador, aunque nadie resulto herido, Johnnie pensó que había matado al comerciante y corrió hacia el coche, pero cuando llegó al lugar acordado, su compinche ya no estaba.

Detenido, se presentó en la Prisión Estatal de Indiana diciendo: “yo no les causaré problemas, sólo me fugaré”. En la cárcel conoció a los que luego serían miembros de su famosa banda, en especial a Harry Pierpont. El 22 de mayo de 1933 Dillinger abandonó la cárcel para asistir al entierro de su madrastra, dos semanas después saldría en libertad bajo palabra tras una década entre rejas. Con apenas treinta años, abandonaba la cárcel un hombre que había vivido deprisa.

Anuncio en un periódico con un contundente titular: ¡Atentos a estos perros rabiosos!

Cartel de “Se busca”, ofreciendo una recompensa de diez millones de dólares por entregar a Dillinger, y cinco millones por dar una pista para su captura

DE PROFESIÓN, ATRACADOR

Las bandas de Dillinger fueron dos y, entre otros miembros, estaban Harry Pierpont, John Hamilton, Homer Van Meter, Charles Makley, y el famoso Lester Gillis, un psicópata conocido como Cara de Niño Nelson. Juntos llegaron a atracar unos diez bancos del Medio Oeste estadounidense. El método era sencillo, primero un estudio del banco, luego ensayos cronometrados, un coche rápido y un plan de fugas minuciosamente estudiado. Dillinger, bien parecido y muy ágil, solía saltar los mostradores de los bancos siguiendo siempre una máxima, nunca llevarse el dinero de los clientes testigos de sus atracos, lo que acrecentó su fama de moderno Robin Hood.

Dillinger con un Colt 38 y la metralleta Thompson, arma típicamente gansteril

El 17 de julio de 1933, un Chevrolet cupé se estacionó enfrente del Banco Comercial de Daleville. Fuertemente armados, descendieron tres hombres que, sin disparar un sólo tiro, desvalijaron el banco llevándose un botín de 3.500 dólares. Este fue el primer  atraco de Dillinger y sus hombres, pero la carrera acababa de comenzar. Coches grandes, armas robadas en los propios depósitos de la policía y saltos de las barandillas de las jaulas de los cajeros eran el sello que Dillinger dejó en sus primeros cinco atracos, eso hizo que la policía de Chicago creara un grupo de élite. La “Brigada Dillinger”, al mando del capitán John Stege, pronto daría sus frutos. Los policías se enteraron de que Dillinger mantenía una relación con la hermana de un compañero de prisión, se trataba de Mary Longnaker, las pesquisas  condujeron a los agentes a un pequeño apartamento de Dayton (Ohio). En la medianoche del viernes 22 de septiembre de 1933, el sargento de guardia W. J. Aldredge de la policía de Dayton se quedó mudo cuando recibió la llamada de una mujer que le dijo: “Él está aquí”, era la casera del apartamento. Dillinger fue apresado y transferido a la cárcel de Lima (Ohio).

Arsenal de armas de Dillinger 

Días más tarde diez hombres  se fugaron de la prisión de Michigan, utilizando las armas que les pasaron sus cómplices a través de la fábrica de camisas de la cárcel. La prensa de la época habló de la mayor fuga de la historia, el plan tenía el sello de Dillinger. El 12 de octubre de 1933, tres hombres se presentaron en la cárcel de Lima con la intención de trasladar al preso Dillinger a Indiana por la violación de la libertad bajo palabra. El sheriff Jesse Sarber, que estaba con su esposa, solicitó las credenciales a los sujetos, estos le respondieron empuñando sus armas, Sarber intentó sacar su revólver y fue herido. Los hombres no eran otros que Pierpon, Makley y Clark, de la banda de Dillinger. Copeland y Hamilton esperaban fuera, la esposa del alcaide fue utilizada como rehén para facilitar la huída.

ENCERRADO Y FUGADO

Los atracos continuaron y, el 14 de diciembre, se produjo el primer homicidio. El sargento William T. Shanley fue abatido por Hamilton. El 15 de enero de 1934 mataron a otro funcionario, al policía William Patrick O’Malley. Las escaramuzas y detenciones continuaron, el 25 de enero de ese año, Dillinger, que estaba con su nueva novia Billie Frechette, fue detenido tras ser reconocido por un aficionado a la prensa de sucesos. Lo condujeron al Este de Chicago, a la prisión de Crown Point. Ya estaba el llamado “Enemigo Público Número Uno” entre rejas, en una prisión a prueba de fugas y con la Guardia Nacional prevenida por si su banda intentaba algo, pero...  ¿era de verdad a prueba de fugas?

Dillinger posa amigablemente en la prisión de Crown Point. La mujer es la sheriff Lilian Holley, y el hombre que la mira con el brazo rodeando al atracador, es el fiscal Robert Estill. Esta imagen le costó la reelección

El 3 de marzo Dillinger se evadía de esta cárcel utilizando una pistola de madera pintada de negro con betún que le facilitaron desde fuera. Tres presos se sumaron a la fuga. Eligieron para escapar el coche más rápido del garaje de la prisión, que no era otro que  el del propio alcaide Lillian Holley. Los evadidos se llevaron varios rehenes, cuando los soltaron Dillinger se despidió de ellos diciéndoles: “Os recordaré en Navidad”. El impacto de la rocambolesca evasión sacudió a todo el país, parte de la ciudadanía veía a Dillinger como un héroe que se enfrentaba y ridiculizaba al poder.

Evelyn Billie Frechette, una de las muchas novias de Dillinger que se convirtió en una efímera celebridad

Nuevos miembros se unieron a la banda como el citado Cara de Niño Nelson, Tommy Carrol, un peligroso pistolero y Eddie Green, un experto ladrón de bancos. Un oscuro abogado ligado a los ambientes criminales, Louis Piquerr, ayudó a la banda, entre tanto la “Brigada Dillinger” había sido disuelta entre sospechas de corrupción. En la documentación oficial del FBI, en aquella época Oficina de Investigación, se jactaron del error cometido por el forajido en su fuga. Al conducir el coche del alcaide a través de varios estados violó la ley federal de robo de vehículos, ahora los tenía a ellos como enemigos, los chicos de Hoover entraron en acción.

La escaramuza más importante de esta época, fue la trampa que el FBI le puso a la banda en un refugio que solían utilizar. Se trataba de unas cabañas situadas en el lago de Little Bohemia (Wisconsin). El día 22 los agentes rodearon el restaurante al mando del jefe de la oficina del FBI de Chicago, Melvin Purvis, conocido por el Nervios Purvis.  Un chivatazo había puesto en alerta a los agentes y el propio Edgar Hoover siguió la operación desde Washington. La salida del restaurante de dos comensales que los federales confundieron con los gángsteres, inició un infierno de disparos  que pusieron en aviso a Dillinger y sus secuaces que, como siempre, tenían estudiado un plan de fugas y escaparon. El resultado fue un inocente ciudadano muerto por el FBI y dos más heridos, un agente murió y dos quedaron también recibieron heridas. Los detenidos fueron tres mujeres, Helen Gillis, Marie Comforti y Jean Delaney.

Los federales una vez más quedaron en ridículo, pero pronto se vengarían. La banda de Dillinger cometió su último atraco el 30 de junio de 1934, en el National Bank in Sout Bend de Indiana, se llevaron 30.000 dólares a sangre y fuego. Luego se dedicarían a planear su gran golpe, el que nunca llegaron a realizar, el asalto a un tren correo. 
                                                                                                                                                
El cine Biograph de Chicago, la noche que murió Dillinger, el 22 de julio de 1934

FINAL SANGRIENTO

Era el 22 de julio de 1934, cuando John Dillinger, su nueva conquista Polly Hamilton y la amiga de ambos Anna Sage se pararon en el número 2433 de la avenida North Lincoln de Chicago. Consultaron la cartelera del Biograph Theatre donde proyectaban la película Manhattan Melodrama (titulada en España: “El enemigo público número uno”) con Clark Gable, y decidieron entrar. Al momento veinte federales y cinco policías de Chicago tomaron posiciones en el exterior. Estaban dirigidos por el agente especial Samuel A. Cowley y por Martin Zarkovich de la policía de Chicago. La actitud sospechosa de los agentes, sobre todo del Nervios Purvis, que no paraba de entrar y salir del local, hizo que el gerente del teatro avisara a la policía, lo que estuvo a punto de descubrir el operativo. Estaba claro que la policía había recibido un soplo del círculo más cercano de Dillinger, así comenzaba la extraña historia de Anna Sage, llamada desde entonces La Dama de Rojo, por ir vestida de este color la sangrienta noche.

Anna Sage, la madame amiga de Dillinger y que lo delató

John Edgar Hoover estrechando la mano del agente Melvin Nervios Purvis

Anna Sage, en realidad Anna Cumpanas, era una madame de florecientes negocios de prostitución que había nacido en Rumania. La primera versión de los hechos es que tenía problemas con los de inmigración y fue presionada para colaborar con la policía. Les informó que esa noche iría con Dillinger (ella dijo que lo conoció como Jimmy Lawrence) al Biograph. La otra versión es que la meretriz y Martin Zarkovich mantenían una relación sentimental. Fuere como fuere, el caso es que a las 22:35 h, cuando Dillinger y sus amigas salieron del local, todos los nervios contenidos de los agentes se desataron. Dillinger recibió cuatro disparos que acabaron con su vida. Cuentan que los transeúntes al enterarse que el cadáver era de Dillinger empaparon sus pañuelos con la sangre del fallecido.

Cadáver de Dillinger

Ficha policial de Dillinger con el tampón “Dead” (muerto)

Máscara mortuoria de Dillinger

La versión oficial dice que le dieron el alto y éste intentó sacar su arma del bolsillo del pantalón, algunas versiones contradicen esto. A partir de aquel momento todo fue confusión. Se llegó a decir que el muerto no era Dillinger sino un doble. En un primer momento, uno de sus hermanastros no reconoció el cadáver, aunque más tarde sí; se sabe que Dillinger se sometió a una tosca operación de estética para disimular unas cicatrices y que intentó quemarse las huellas dactilares con ácido sulfúrico, pero se desconoce si se hizo más operaciones. Dos datos vinieron a abundar en la confusión, primero las prisas de las autoridades por deportar a Anna Sage después del tiroteo, y segundo que Hoover guardara como un trofeo la pistola del calibre 38 que llevaba Dillinger aquella noche. Después se supo que salió de la fábrica Colt en diciembre de 1934, cuando Dillinger ya descansaba en el cementerio de Crown Hill de Indiana, recién cumplidos los 31 años.

Primera promoción de graduados en la escuela de la Oficina de Información (luego FBI), 1935

EL FBI DE JOHN EDGAR HOOVER

En 1908 y bajo la presidencia de Theodore Roosevelt, el Abogado General, Charles Bonaparte creó la Oficina de Investigación del Departamento de Justicia, que en 1935 se convertiría en la Federal Bureau of Investigation (FBI). En 1924 fue nombrado John Edgar Hoover (1895-1972) director del FBI, cargo que ejerció durante 48 años. A Hoover se deben la mayoría de las tácticas policiales del FBI y los programas de selección y entrenamiento de los agentes, así como las actividades de contraespionaje durante la Segunda Guerra Mundial.

Charles Bonaparte, fundador de la Oficina de Información, origen del FBI

Después de la guerra, Hoover y sus agentes desplegaron una gran actividad antisubversiva. Llegaron a espiar con micrófonos la agitada vida sentimental del futuro presidente, John F. Kennedy. Los métodos y las intenciones de Hoover fueron muy criticadas y se le acusó de haber convertido al FBI en una policía política con tintes chantajistas. Esto se hizo más evidente en la época del furor anticomunista y de la exaltación patriótica durante la “Caza de Brujas” del senador McCarthy. Cuentan la anécdota que ante la insistencia de Hoover por advertir del peligro del Partido Comunista de EE.UU., el flamante Ministro de Justicia Robert Kennedy le dijo que no sólo no era una amenaza, sino que era un partido débil cuya mayoría de militantes eran agentes del FBI.

Metralleta Kelly

Durante años, Hoover negó que existiera el peligro del crimen organizado, un verdadero gobierno en la sombra. En el Nueva York de 1959, había apenas cinco agentes dedicados a ello, mientras cuatrocientos se dedicaban al control de organizaciones de izquierdas y a infiltrarse en las universidades. Donde sí tuvieron éxito fue en la persecución de los pequeños gángsteres. Se dice que Hoover se creó una fama gracias a eliminar a atracadores de bancos como Alvin Karpis, Metralleta Kelly y John Dillinger, para tapar su tibieza ante los grandes capos de la Mafia, organización que lo chantajeaba con escabrosas fotos de sus orgías homosexuales.

Alvin Karpis

CHICAGO, CAPITAL DEL GANSTERISMO

La Ley Seca de 1919-1933 propició la eclosión de organizaciones dedicadas al negocio clandestino del alcohol, muchas veces con el beneplácito de funcionarios corruptos. Las grandes redes de distribución estaban controladas por Lucky Luciano en Nueva York y Al Capone en Chicago, capo di capis, de una organización feudal originaria de Sicilia, la Mafia. Sin duda la capital del crimen fue Chicago, donde se calcula que murieron unos seiscientos gángsteres en los años treinta.

La matanza de San Valentín de 1929, fue el paradigma de estas guerras. La ciudad estaba inmersa en una gran agitación social, la llegada en masa de trabajadores negros para trabajar en la industria y en la construcción, desató las tensiones raciales y los guetos se extendieron por la ciudad. Las movilizaciones obreras se sucedían ante una gran represión. En 1937 la Guardia Nacional disparó contra unos huelguistas causando un centenar de muertos y heridos. Precisamente, el origen del gangsterismo está en los pistoleros que contrataban los patrones de Chicago en los años veinte para reprimir a los trabajadores en huelga.


En 2003, el FBI desclasificó los informes sobre Dillinger, aquí una muestra 

La Mafia de los ítaloamericanos se había convertido en una moderna y poderosa organización criminal, pero no fue la única. A comienzos de los años treinta, Louis Lepke Buchalter creó la empresa “Asesinatos S.A.”, que realizaba asesinatos por encargo al precio de 500 dólares como media. Sus mejores clientes eran los mafiosos, tanto era así que los contrataron permanentemente como su brazo armado por 12.000 dólares al año. Los operarios de la “empresa” también actuaban como pacificadores entre las diversas familias mafiosas, y cuando era necesario, eliminaban a los más alocados, como sucedió con la banda de Dutch Schultz en 1935. Los “contratos” nunca debían ir contra políticos o policías, pues esto podía incomodar a los que tenían en nómina. Uno de sus más afamados asesinos fue Abe -Kid Twist- Reles, su herramienta de trabajo era un picador de hielo.

Publicado en la revista CLÍO,  año 5,  núm. 49,  noviembre 2005

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