Páginas

lunes, 4 de febrero de 2013

ESQUELA Y OBITUARIO CURIOSO



En este blog ya les escribí sobre el caso de la familia Serra i Gunjaume que, cada 14 de febrero, publica una esquela en el diario barcelonés La Vanguardia donde, además de conmemorar a sus familiares difuntos, de forma hábilmente resumida les “explican” la actualidad del equipo de fútbol de su amores, el Barça. El ingenio y capacidad de síntesis del texto hacen que dichas esquelas sean esperadas con avidez por lectores y periodistas deportivos.


Pero aquí les muestro un ejemplo donde el difunto saca los colores a sus deudos.

Esta esquela se publicó en el diario ABC de Madrid, el día 1 de octubre de 2012. La finada, doña Soledad Hernández, dejó encargada su propia esquela donde pide perdón para sus dos hermanos y su hija, a los que acusa de falta de cariño y apoyo durante su larga y penosa enfermedad.


Texto completo de la esquela

Ilustrísima señora Soledad Hernández Rodríguez, nacida en Badajoz el 1 de agosto de 1934, hija de Juan Hernández y Soledad Rodríguez, viuda del coronel D. Honorio García Polo, falleció en Madrid el día 2 de septiembre de 2012, a los setenta y ocho años de edad, habiendo recibido los Santos Sacramentos. Descanse en Paz.

Quiso en sus últimos momentos de vida dejar encargada la publicación de esta esquela para manifestar su perdón a los familiares que la abandonaron cuando más les necesitó, sus hermanos Juan Hernández Rodríguez y Manuel Hernández Rodríguez y su hija María Soledad García Hernández por su absoluta falta de cariño y apoyo durante su larga y penosa enfermedad. El cuerpo fue sepultado cristianamente en el cementerio de Camarma de Esteruelas (Madrid). Su hijo y amigos ruegan una oración por su alma.

Claro que la cosa no quedó aquí, ya que se completó con un epitafio en la misma lápida, esta vez encargado por uno de los hijos, y que dice: "Dios hará justicia con los que te hicieron daño", la historia y foto la pueden ver en una nota en el ABC, aquí.


Hablando de obituarios, este es uno de mis preferidos, ya que contraviene la falsa convención de hablar bien de los difuntos. Lo escribió Fernando Colomo en El País el 27 de noviembre de 1991 a la muerte del actor Klaus Kinski. Como se dice comúnmente, el director español le “hace un traje” -le llama hijo de puta- al actor alemán. Precisamente, el pasado enero, la hija mayor de Kinski, Pola Kinski, declaró al semanario Stern que su padre abusó de ella desde los 5 años a los 19 años. Todo lo cuenta en su libro Kindermund (Palabra de niño) y cuenta con el apoyo de su hermana menor Nastassja.

DESCANSEMOS EN PAZ

Por Fernando Colomo (director de cine)

Conocí a Klaus Kinski unos días antes del rodaje de El caballero del dragón, en 1985. Estábamos en la Costa Brava y salimos a tomar algo al aire libre. Hablaba como si los demás no existieran, no miraba a los ojos, movía la cabeza de un lado para otro. Alabé su trabajo en Lo importante es amar, una de mis películas favoritas, y él me contestó que le parecía "una mierda". Me pareció obvio no hablar de su interpretación en Aguirre, película por la que no siento mucha estima, así que cambié de tercio y pasé al cine americano. Le pregunté por su trabajo en la película de mi adorado Billy Wilder, y siguió soltando "mierda". Hablamos del paisaje y de la belleza de la Costa Brava, y me contestó que odiaba las zonas turísticas. Ahí se terminó la charla. Kinski no toleraba que nadie le maquillase, él mismo se arreglaba el pelo con la mano después de pedir un fucking espejo. Su vestuario consistía en un único traje que se metía directamente por la cabeza. De esta forma, por tarde que le citáramos, siempre estaba preparado para rodar mucho antes de lo previsto. Entonces no paraba de mascullar y decir que, "¿a qué coño estamos esperando?". Si le decías que estaban iluminando, contestaba que estábamos haciendo old fashion, algo pasado de moda, "mierdas como las que hacía David Lean".

Y es que Klaus tenía una espina clavada con Lean: cuando rodó un papelito en Doctor Zhivago se debió sentir humillado ante un director todopoderoso, y desde entonces, en cada película, trataba de estar por encima del director.

Continuamente estaba amenazando con dejar la película. Gracias a él conseguí terminarla en el tiempo previsto, ya que trataba de quitármelo de encima lo antes posible. Siempre que salía de espaldas recurría a dobles. Así, normalmente, a media jornada se le podía mandar al hotel y relajamos un poco.

Creo que sus compañeros actores experimentaban algo parecido. A la protagonista la intentó violar en el plató, aprovechando las relaciones paternofiliales de los personajes. A Fernando Rey le rompió una costilla en un desafortunado forcejeo no previsto en el guión; y a Harvey Keitel no osó tocarlo porque éste previamente había advertido que al primer incidente le soltaba un guantazo, con el mismo brazo tatuado que exhibía en Taxi Driver.

Sólo Miguel Bosé hizo buenas migas con Kinski, pero esto para los que conocemos a Miguel no era de extrañar dada su extraordinaria habilidad para tratar con los animales, heredada sin duda de su padre, el legendario diestro Luis Miguel Dominguín. Pero Kinski tenía una gran sensibilidad. Un día, rodando en exteriores y después de dedicarnos los habituales insultos, se mostró especialmente sensible con un perro al que llevó comida en un plato. El día que terminó su papel fue un día clave en el rodaje. Esa noche brindé con las ciento y pico personas que componían el equipo, y el brindis fue: "Al fin solos".

Volví a ver a Kinski seis años más tarde. Fue en el último festival de San Sebastián. El destino nos colocó casi juntos, espalda con espalda. Yo, naturalmente, no le saludé. Él, seguramente, ni me recordaba. Junto a él sólo estaba la azafata designada (y resignada) por el Festival. Su aspecto era bastante deprimente, exhibía continuamente un rictus que a veces parecía una sonrisa. Definitivamente abandonado por la industria, incapaz de soportar a un tipo como él, vagaba ahora con tiempo libre por cualquier certamen que quisiera acogerlo.

Mucha gente pensaba que estaba loco. Yo no lo creo así. Era un niño mimado, consentido y maleducado. De haber sido una persona mayor, sólo le cabría el calificativo de hijo de puta. Pero ahora se ha muerto y nos ha dejado. Descansemos en paz.

FUENTE: El País

2 comentarios:

  1. "Me pareció obvio no hablar de su interpretación en Aguirre, película por la que no siento mucha estima, así que cambié de tercio y pasé al cine americano."

    Si, sólo estimas las peliculas tendenciosas, aburridas y sectarias que has dirigido/patrocinado. Así está el cine de este país.

    ResponderEliminar