En la terraza de un café hay una familia gris. Pasan unos senos bizcos buscando una sonrisa sobre las mesas. El ruido de los automóviles destiñe las hojas de los árboles. En un quinto piso, alguien se crucifica al abrir de par en par una ventana.
Pienso en dónde guardaré los quioscos, los faroles, los transeúntes, que se me entran por las pupilas. Me siento tan lleno que tengo miedo de estallar... Necesitaría dejar algún lastre sobre la vereda...
Al llegar a una esquina, mi sombra se separa de mí, y de pronto, se arroja entre las ruedas de un tranvía.
Río de Janeiro, noviembre, 1920
Oliverio Girondo
XXXVI
Y todo lo que existe en esta hora
de absoluto fulgor
se abrasa, arde
contigo, cuerpo,
en la incendiada boca de la noche.
José Ángel Valente
(de El Fulgor, 1983-1984)
Un loco tocado de la maldición del cielo
canta humillado en una esquina
sus canciones hablan de ángeles y cosas
que cuentan la vida al ojo humano
la vida se pudre a sus pies como una rosa y ya cerca de la tumba, pasa junto a él una Princesa.
Leopoldo María Panero
(de Poemas del manicomio de Mondragón, 1987)
El amor que no devasta no es amor.
¿Un tizón expande el calor de un brasero?
Noche y día, durante toda su vida,
El verdadero amante se consume de dolor y de gozo.
Omar Khayyam
(del Rubaiyyat, entre los siglos XI y XII)
FOTOS: Robert Doisneau
Me quedo con Girondo. Enorme siempre.
ResponderEliminarYo también me quedo con Girondo.
ResponderEliminar...y con las fotos de Doisneau.
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