Imagínese que es usted un orco cualquiera. Y como cualquier orco viaja en transporte público, concretamente como en este caso, en autobús. Y de repente se encuentra con esta señora, encantadora, por otra parte, pero extrañísima. No me digan que no vale la pena levantarse cada mañana para ver cosas así. ¿Se han fijado en la vestimenta de la dama? ¿Y qué me dicen del gorrito? No saben como llamar la atención…
Lo que me intriga no es de dónde se ha escapado el colega, sino de qué estarán hablando
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