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lunes, 8 de marzo de 2010

LA ÚLTIMA MUJER EJECUTADA EN ESPAÑA

Pilar Prades Santamaría, conocida como la “Envenenadora de Valencia”, fue ejecutada a garrote vil el 19 de mayo de 1959 a la edad de 31 años. Pilar entró como sirvienta en la casa del médico Manuel Berenguer Terraza en 1957. Al poco tiempo la cocinera de la casa Aurelia Sanz contrajo una dolencia que los médicos no supieron identificar. Cuatro meses después la esposa del médico, Carmen Cid, presentó síntomas similares a los de su cocinera. El doctor Berenguer comenzó a sospechar e investigó en la última casa donde sirvió Pilar Prades. Sus pesquisas dieron un fatídico resultado, la antigua señora de la criada, Adela Pascual Camps, había muerto de una extraña enfermedad. Las dos mujeres enfermas fueron examinadas por expertos en medicina legal y descubrieron restos de un polvo mata hormigas que contenía arsénico.

Pilar Prades fue acusada por un asesinato y por otros dos en grado de tentativa. El verdugo que tenía que ejecutarla sufrió un ataque de nervios, el surrealista suceso inspiró a Berlanga para hacer el guión de la magistral tragicomedia “El verdugo”. Un nuevo verdugo, Antonio López Guerra, ejecutó la sentencia, sólo él y el cura pudieron resistir la tensa espera de varias horas aguardando el indulto con la rea sentada en el garrote. Otra criada, Higinia Balaguer, fue la última mujer ejecutada en público el 19 de julio de 1890 por el famoso crimen de la calle Fuencarral.

LAS ÚLTIMAS MUJERES CONDENADAS A MUERTE

En el ámbito político de las luchas por traer la democracia a este país durante el franquismo, las últimas mujeres condenadas a muerte por la dictadura fueron Concha Tristán y María Jesús Dasca, militantes del FRAP. Como siempre en aquella época, sin pruebas y sin garantías procesales, fueron juzgadas por un tribunal militar, aún siendo civiles. Tenían apenas 20 años de edad. Durante su detección fueron repetidamente torturadas por el siniestro comisario Roberto Conesa, de la Brigada Central de Información, de triste recuerdo. Conmutadas las penas porque el consejo de Ministros estimó que estaban embarazadas, fueron condenas a cadena perpetua, y amnistiadas en 1977. Enfermera la primera y periodista la segunda, siguieron con sus vidas hasta que la muerte, esta vez sí, las alcanzó. En silencio, sin reconocimiento se fueron. Hoy, 8 de marzo, día Internacional de la Mujer Trabajadora sirvan estas líneas de homenaje a ellas y a todas las mujeres anónimas que dieron su juventud, en la Guerra Civil; la posguerra, el franquismo y el posfranquismo, por traer una sociedad más justa y libre.

© JAVIER CORIA

FOTO: Pilar Prades Santamaría, sin especificar autor ni fecha. Fuente: El País

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