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sábado, 7 de septiembre de 2013

SEPTIEMBRE VERNIANO EN BARCELONA


Por Javier Coria Fotos: Francesc Sans y Miquel Piqué

El Primer Congreso Internacional Verniano, del 4 al 6 de septiembre, ha traído a la ciudad de Barcelona a los más prestigiosos estudiosos de la obra y vida de Julio Verne. En los próximos días iremos hablando con algunos de ellos, pero a modo de presentación, nos reunimos con dos destacados miembros de la Sociedad Hispánica Jules Verne (SHJV) que, en colaboración con el Institut d’Estudis Catalans, es la entidad organizadora del encuentro. El cubano Ariel Pérez es el presidente de la SHJV, y el mallorquín Nicolás Moragues, el secretario y tesorero de la misma.

Nos citamos en lo que fue el –desde 1940- bar Cèntric de la calle Ramelleres/Tallers, hoy magníficamente remodelado por el Grupo San Telmo y rebautizado como “Bar Cèntric Canalla”, muy a tono con la leyenda canallesca del cercano y antiguo Barrio Chino, conocido actualmente como El Raval, en el distrito de Ciutat Vella. Ariel Pérez es informático, desde hace años mantiene uno de los sitios en Internet más conocido en el ámbito hispanohablante sobre Julio Verne. Ha llegado con su esposa y su hijo de 4 años desde la lejana ciudad de Montreal (Canadá). Desde su web, Ariel Pérez realiza una labor importante de traducción de textos inéditos de Verne en lengua castellana. Fruto de ese trabajo fue el libro que publicó la editorial catalana Erasmus: “San Carlos y otros relatos” de Julio Verne. Nicolás Moragues es doctor en historia con una tesis sobre la revolución cubana. Se “convirtió” a la causa verniana después de asistir aun encuentro de especialistas en 2011 en Huesca. Desde entonces, pese a su imagen de hombre tranquilo, no para. Recientemente, bajo su impulso y actuando como guía, se empezaron a organizar rutas literarias vernianas por la ciudad de Palma de Mallorca. Son varios cientos de personas las que han visitado los lugares de Palma que Verne describió en la novela “Clovis Dardentor”.


Al Congreso asisten especialistas mundiales como Piero Gondolo della Riva, Volker Dehs, Jean-Michel Margot, el grupo Axel de la Universidad de Zaragoza, Cristian Tello, Ariel Pérez… ¿De cuántos países tenéis representantes?

Moragues: Hay representantes de doce países. De España hay de Cataluña, Islas Baleares, Aragón, Galicia, Valencia y Madrid. Lógicamente abundan los representantes de Francia, pero también tenemos de Estados Unidos, Suecia, Croacia, Noruega, Perú, Colombia, Holanda, Canadá…

Creo que al especialista peruano, Cristian Tello, el consulado español en Lima le denegó el visado. ¿Vendrá al final?

Pérez: El consulado español le había denegado en un primer momento el visado a Cristian, creo que por la política de inmigración de dicho consulado. Nuestra organización envió una carta al cónsul, y también varios medios de comunicación se hicieron eco del asunto. Incluso un congresista peruano -se refiere a Roberto Angulo Álvarez del PNP- se interesó por el caso. Cristian ya está con nosotros, al final atendieron su reclamación.

Un momento de la entrevista (foto: M. Piqué)

¿Por qué creéis qué la obra y vida de Julio Verne sigue suscitando interés entre estudiosos independientes y académicos?

Pérez: Es interesante la pregunta, porque hace 185 años del nacimiento de Verne y sigue estando vigente. Hay un interés de varios tipos de público en las obrad de Verne: El público infantil o juvenil pudiera estar interesado en una parte de la obra de Verne, el adulto pudiera estar interesado en otra parte. La pedagogía, casi enciclopédica, las largas listas de descripciones de tipos de peces, minerales… en la “Isla misteriosa”, por ejemplo, Verne da clases de minería y de diferentes materias que permiten a los sobrevivientes de la isla seguir a delante… en fin, todo esto quizá, unido a la peripecia y la aventura, interese más a un público juvenil. El público adulto también tiene sus novelas, es un error considerar a Verne sólo un autor para jóvenes. A partir de los años sesenta del siglo XX empezó a cambiar la imagen de las novelas de Verne. Se comenzó a investigar las obras menos conocidas y en profundizar en las más conocidas. El académico francés Jean Chesneaux publicó -1971- un libro titulado: “Una lectura política de Julio Verne”. De manera tal que se empezó a ver las novelas de Verne como una fuente a la que había que ir a beber, de las que se podían extraer conocimientos sociales y políticos de la época, y estudiar las influencias de todo tipo que Verne, como todo escritor, tuvo.

Sí, antes, en 1966, ya se publicó en Francia un volumen de varios autores que en la edición de Paidós, Buenos Aires -1968- se tituló “Verne: un revolucionario subterráneo”…

Moragues: Yo creo que la etiqueta de autor profético llama mucho la atención, y el que la industria del cine haya adaptado muchas de sus novelas, y aún lo siga haciendo, son otras de las causas de la vigencia de Verne. Además fue un escritor universal, muchas carreras científicas se fraguaron en las lecturas infantiles de sus novelas. El primer ser humano que pisó la Luna, Neil Armstrong, reconoció que se hizo astronauta por Verne.

Nicolás Moragues y Ariel Pérez (foto: F. Sans)

Claro que no podemos decir que las novelas de Verne tengan hoy muchos lectores. ¿O sí?

Moragues: Ayer estuvimos en una librería barcelonesa y vimos varias ediciones nuevas de Verne, incluso algunas con nuevas traducciones e ilustraciones. Es fácil que cualquier persona te cite cuatro o cinco novelas de Verne, cosa bastante improbable si preguntamos por un novelista actual, por ejemplo.

Tienes razón, pero me temo que fuera de esas cuatro obras se desconozca que Verne escribió 64 novelas, narraciones cortas, teatro, poesía, un ensayo sobre Poe y una ingente obra epistolar.

Moragues: Para eso estamos nosotros y la SHJV.

Ariel Pérez y Nicolás Moragues (foto: F. Sans)

Escribió el escritor y traductor Miguel Salabert que si las novelas de Verne fueran sólo anticipación, quizá hoy nadie hablaría de Verne, porque no hay nada más caduco que la anticipación superada por el tiempo. ¿Qué pensáis?

Pérez: Reflexión interesante y cierta. Cuando tus lees la novela “París en el siglo XX” –novela perdida de Verne descubierta por Jean Verne, biznieto del autor, y publicada en francés en 1994-, o “Veinte mil leguas de viaje submarino”, hoy en día la mayoría de esos ingenios que prefiguró o perfeccionó Verne, ya existen. ¿Dónde esta el interés para el lector de hoy? Hay varias cosas: la literatura de Verne, pese a no ser aclamada por la Academia Francesa, que la consideró una literatura sencilla para jóvenes –aunque fue distinguido con la Legión de Honor por su aportación a la cultura-, hay muchos estudiosos que dicen que Verne escribía bien desde el punto de vista literario. Se considera que cuando un escritor escribe con muchos adjetivos no es bueno, porque la adjetivación es fácil, puedes decir “caballo blanco”, “niño lindo”…, pero cuando tú expresas las ideas con sustantivos, con palabras o con hechos, ya estamos hablando de un escritor que conoce su oficio, y Verne no usaba apenas la adjetivación y escribía sencillo para ser entendido…

Claro, novelar no es narrar, es hacer presente la acción ante el lector, más que contar, es mostrar, cosa que muchos escritores actuales aún confunden…

… Los lectores de hoy aún se sorprenden con las cosas que llegó a imaginar, y además es una literatura que transciende porque está correctamente escrita, bien contada. Si a esto le añades que hay muchas enseñanzas en sus libros, puedes entender que la magia de Verne siga atrapando a muchos lectores, aunque hoy en día se lee menos que antes, y cada vez menos.

Ariel Pérez y Nicolás Maragues en el patio del Antiguo Hospital de la Santa Cruz de Barcelona (foto: F. Sans)

Abundando en la cuestión literaria, una parte de la crítica de entonces acusaba a Verne de repetir una y otra vez los mismos personajes y usar siempre la misma fórmula literaria como se hace hoy en día en los superventas.

Pérez: Eso en parte es verdad en sus primeros libros, y quizá se prolongó hasta la muerte de su editor, Pierre-Jules Hetzel. El editor influyó mucho a Verne y en su literatura. Cuando leyó los primeros manuscritos de “Cinco semanas en globo” y “Las aventuras del capitán Hatteras”, Hetzel vio un filón de oro, en el sentido comercial. Verne siguió los consejos de su editor y replicó una fórmula que vendía mucho en todo el mundo, como hoy hacen los autores de sagas al estilo de Harry Potter, por ejemplo. Como todo autor, tiene novelas más interesantes y otras menos, por ejemplo, si leemos “Las historias de Jean-Marie Cabidulin” es fácil pensar que estamos ante un bodrio, es una novela con poca acción, gastada por el tiempo y no parece una novela verniana, y la escribió Verne a final de su vida. A la muerte de Hetzel, como decía, y en la última etapa del propio Verne tenemos novelas muy interesantes. A mí me gustó mucho “Los náufragos del Jonathan”, que es una novela muy profunda y con mucha sabiduría política y social. Hace poco se publicó en España la edición original, “El ácrata de la Magallania” –“En Magellanie- ya que “Los náufragos…” fue modificada por el hijo de Verne, Michel. Claro que Verne tiene novelas aburridas y otras magníficas. Es curioso una cosa: Verne escribió su primera novela “Cinco semanas en globo”, que es un viaje iniciático de aventuras clásico, pero su segunda novela fue “París en el siglo XX”, que se desmarca de toda lo que había escrito, y de lo que escribirá a continuación. Es una novela pesimista donde ubica París 100 años después, y con tantas profecías técnicas –Internet, el motor de explosión, etc.- que a Hetzel le pareció inverosímil y no le gustó nada. Es el editor el que le marca la línea para vender más. Se ve que Verne tenía interés en hacer otro tipo de literatura o reflejar sus propias ideas, pero Hetzel no se lo permitió, por lo que tuvo que reinventar su estilo de novelas. Cuando murió el editor se sintió más libre para escribir más a su gusto. Hay novelas de la última etapa de Verne muy interesantes, aunque es de justicia decir que también hay otras que no lo son tanto, por lo menos desde el punto de vista comercial.

Un momento de la entrevista (foto: M. Piqué)

¿Aún hay obras inéditas en castellano de Verne?

Pérez: Sí, hay muchas. Hay unos pocos cuentos que están sin traducir, el teatro es completamente inédito en castellano, salvo una obra, y hay unas treinta. La poesía no está traducida y cinco tomos de correspondencia tampoco. Hay una novela que he empezado a traducir, “Un cura en 1839”, un manuscrito que también apareció en los años noventa, a raíz de la venta de material que los herederos de Verne hicieron a la ciudad de Nantes. Una novela que tiene su historia, de cómo fue escrita y de la forma que está escrita. Pronto aparecerá en el mercado español. Hay mucho aún por traducir de Verne…

¿Se ha editado bien a Verne en el mundo de habla hispana?
                                                                                                                              
Pérez: Esa es una de las tareas de nuestra Sociedad, hacer un trabajo de investigación sobre las traducciones que se han hecho de Verne. Yo no conozco mucho las colecciones que se hicieron en España, pero sé que en el mundo anglosajón se hicieron muchas adaptaciones y se publicaban novelas de forma abreviada….

Moragues: En España también, se hacían ediciones con nombres de personajes cambiados, capítulos eliminados, o con traducciones que incluían anacronismos, porque se adaptaban al español de cada época. En el sello editorial de la sociedad, Ediciones Paganel, iremos publicando en formato electrónico las obras que son de dominio público, con las traducciones más fieles al original, para que todo el mundo pueda acceder a ellas.

Un momento de la entrevista (foto: M. Piqué)

La conversación continúa apasionada sobre la deriva pesimista del último Verne, del uso y del abuso de la imagen del Verne esotérico y misterioso, aunque algo hay y en otra ocasión lo contaremos, en las lecturas subterráneas de un Verne poliédrico que mezclaba como nadie el positivismo científico, con la tradición clásica, mitológica y hermética… En fin, sin duda Julio Verne y su obra siguen dando que hablar.

Publicado originalmente en el diario Público

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